El precio del aceite ha experimentado un aumento en los últimos tiempos, lo que ha generalizado preocupación e incertidumbre entre los consumidores. Ahora llenar el carro de la compra resulta una tarea bastante complicada. La sequía, las altas temperaturas y la guerra en Ucrania son algunas de las razones que tienen que ver con la subida del precio del aceite.

Este oro líquido está llegando a venderse sobre unos 10 euros el litro “por encima de las posibilidades adquisitivas de la familia media española” declaró Luis Planas, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación en funciones en la Cadena Ser de Córdoba.

Este es un ingrediente esencial en la cocina, por lo que su incremento de precio afecta directamente al bolsillo de las familias. Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), las principales causas de este incremento en los precios se deben a la sequía y sobrecostes. Para comprender mejor esta situación, es importante analizar los factores que están influyendo en esta subida de precios.

Uno de los principales es la disminución de la producción de aceite de oliva, que se ha visto afectada por diversas situaciones climáticas adversas. La falta de lluvias y las altas temperaturas han influido en la sequía. Esto ha repercutido negativamente en la calidad y cantidad de la cosecha de aceitunas.

Otro factor en la subida del precio del aceite es el aumento de los costos de producción debido a la guerra en Ucrania. Esto provocó una inflación en numerosos alimentos. Los productores han tenido que hacer frente a gastos adicionales. Además, el encarecimiento de los fertilizantes y otros productos agrícolas ha influido en el incremento de los costos de producción, lo cual también se ha reflejado en el precio final del producto.

El encarecimiento del petróleo también ha influenciado en el incremento de los costos de transporte y distribución. Esto ha repercutido en el precio final del aceite. El transporte de las aceitunas y del aceite desde las plantaciones hasta las fábricas y los puntos de venta implica un gasto adicional que se traslada al consumidor.

Las consecuencias de estas subidas harán que baje el consumo del aceite en los consumidores. Las familias españolas deberán buscar ofertas y sustituciones por grasas vegetales que cambiarán en sabor y aporte nutricional.